La noche del 7 al 8 de diciembre de 1585 el Tercio de Zamora, al mando del maestre Bobadilla, consiguió una victoria imposible frente a la escuadra holandesa. Abriendo los diques de los ríos Mosa y Waal, los holandeses habían inundado los campamentos del Tercio, quedando el montecillo de Empel convertido en una pequeña isla. Un soldado español, mientras cavaba una trinchera, encontró una tabla con la Inmaculada. Bobadilla entendió el hallazgo como un signo providencial, que al menos levantaría el ánimo de sus empapadas y hambrientas tropas. Esa madrugada, un viento gélido heló las aguas que cercaban a los españoles. Los infantes atravesaron el hielo y atacaron por sorpresa a la escuadra holandesa, derrotándola. “Se diría que Dios es español” se lamentaba el almirante enemigo. Aquella jornada se conoce como “el milagro de Empel” y el pintor de batallas Ferrer Dalmau la ha plasmado en un lienzo que recoge la procesión de la Inmaculada entre el castigado Tercio.
Obra de Ferrer Dalmau. |
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