ARQUEOLOGÍA

Halladas seis tumbas faraónicas en el sur de Egipto




Horadadas en la montaña y ocultas hasta ahora al final de una escalera de 30 peldaños. Una misión arqueológica egipcia ha hallado seis sencillas tumbas de época faraónica tardía en una árida colina a orillas del Nilo, en la sureña Asuán, con el ajuar que sobrevivió a los cazatesoros.
El hallazgo de los enterramientos -huérfanos de decoración y con tres o cuatro cámaras- revoluciona el mapa de una zona en la que se ubica la necrópolis de Qubbet el Hawa, el descanso eterno de nobles de los imperios Antiguo y Medio, en su mayoría, gobernadores de la cercana isla de Elefantina. "Es un descubrimiento muy singular porque es el primero de período tardío en el cementerio de Asuán", reconoce el ministro de Antigüedades egipcio Mamduh el Damati en un comunicado difundido este domingo.
Uno de los sarcófagos hallados en la necrópolis.






















"Con esta colección de tumbas se completa la necrópolis", agrega el máximo responsable de la arqueología egipcia. Y es que las sepulturas corresponden a la dinastía XXVI (664 - 525 a.C.), una época con la que arranca el período tardío de la civilización faraónica. Un tiempo en el que la corte estableció su sede en la ciudad de Sais -en el delta del Nilo, en el otro extremo de Egipto-, donde resistió hasta la conquista de los persas.

El descubrimiento -en mitad de un terruño plagado de tumbas de los imperios Antiguo, Medio y Nuevo- arroja luz sobre aquel período y supone la primera prueba de la existencia de enterramientos tardíos en Gharbi Asuán, un promontorio desértico que se alza frente a Asuán, a unos 900 kilómetros al sur de El Cairo. En concreto, el enterramiento se ha localizado en el perímetro del mausoleo del Agha Khan (1877-1957), un sencillo edificio de arenisca rematado con una cúpula donde descansa un líder religioso de la secta musulmana de los ismaelíes.
De las galerías y estancias de las sepulturas, los expertos han rescatado una pequeña fortuna: una colección de sarcófagos de piedra caliza y madera, que guardaban las momias intactas de los dueños de las tumbas; estatuillas que representan a los cuatro hijos del dios Horus -Amset, Duamutef, Hapy y Qebehsenuf, encargados de guardar las vísceras en el momento de la momificación-; algunos amuletos de diversas formas, tamaños y colores y pequeñas figuras de madera de halcones, la representación de Horus.
Según Mustafa Jalil, jefe de la misión egipcia en Asuán y Nubia, los sobrios enterramientos comulgan con el estilo arquitectónico de la época, distinto a los hipogeos cercanos. El lugar, sin embargo, fue víctima del expolio al calor del caos y la desbandada policial que sucedió a las revueltas que desalojaron del poder a Hosni Mubarak en 2011.
Dos estatuillas que representan a los hijos del dios Horus.














A unos metros del nuevo hallazgo trabaja desde hace siete temporadas una expedición española dirigida por Alejandro Jiménez, doctor en Historia Antigua de la Universidad de Jaén. El pasado marzo el equipo, en el que también participa la Universidad de Granada, hizo público un formidable descubrimiento: la primera evidencia de cáncer de mamá de la Historia, hallada en el carcomido esqueleto de una mujer que vivió hace 4.200 años en Asuán.